En demasiadas ocasiones me encuentro con propietarios que consideran que su perro no necesita salir a la calle porque “tiene un jardín muy grande donde correr”. Esta es una creencia tan errónea como extendida.
La casa ideal…
Planteémonos por un momento la siguiente situación: imaginaos que tenemos una casa enorme, una mansión, con un terreno muy amplio.
El jardín es precioso, lleno de hermosas flores y algunos árboles, que se mantienen perfectos gracias a un novedoso sistema de riego.
Disponemos de numerosas habitaciones, grandes, iluminadas, con los muebles más modernos que podamos imaginarnos.
Cada día lo tenemos todo colocado en su sitio, todo limpio y ordenado; nosotros no hemos de hacer nada.
A diario se nos sirve un estupendo desayuno y unas deliciosas comida y cena, y además, no hemos de recoger los platos ni mucho menos fregarlos.
Todo parece idílico, ¿no? ¿A cuántos de nosotros nos gustaría vivir en estas condiciones?
No todo es perfecto
Lo que no os he contado aún es que en esta casa no se permite el acceso a ninguna otra persona que no seamos nosotros, y además se nos tiene prohibido salir al exterior, con lo cual no podemos relacionarnos con ninguna otra persona.
Otra circunstancia de esta gran mansión es que no dispone de teléfono, por lo que tampoco podemos llamar a nadie para hablar un rato.
Por si esto no fuera suficiente, en esta lujosa casa no hay radio, televisión ni internet, es más, por no haber, no hay ni un libro o revista a la cual poder echar un vistazo.
Parece que ya no nos gusta tanto esta casa…
Pero aún hay más, las personas que se encargan de la limpieza y cocina ‒ que no nos hacen ni caso porque tienen un montón de trabajo ‒, cumplen tan bien con su trabajo que nosotros no encontraremos nunca una tarea pendiente de hacer: ni fregar, ni hacer las camas, ni preparar la comida… nada.
¿Cómo os sentiríais si día tras día vuestra vida consistiese únicamente en levantaros, tomar vuestro desayuno, dormir, tomar la comida, dormir, tomar la cena, dormir…?
Y pensad además que esto sucedería desde que sois unos niños que ya sabéis caminar y comer por vosotros mismos. Estamos hablando de que no podríais jugar con otros niños, ni ir a la escuela. Y cuando fueseis adultos no podríais conocer a otras personas, intercambiar opiniones, ver la tele o leer los periódicos para estar al tanto de lo que ocurre en vuestro barrio o en el mundo… Todo esto ocurriría día tras día, mes tras mes y año tras año.
¿Cómo os sentiríais? ¿Agobiados? ¿Aburridos? ¿Frustrados? ¡Bienvenidos al mundo del perro de jardín!
Lo que necesitan los perros
Que un perro tenga un jardín enorme no es suficiente para su bienestar, y bien lo sabrán aquellos cuyos perros, pese a disponer de este espacio, hacen agujeros en el jardín, destrozan las macetas, el felpudo, las plantas… Este perro está aburrido, está utilizando los destrozos como válvula de escape.
Y no es eso lo más grave. Lo peor es que cuando la frustración se instaura, lo hará también el estrés, y es posible que además de perros nerviosos, que ladran o lo rompen todo, tengamos perros tensos, que jadean continuamente, perros con problemas digestivos o de piel, incapaces de controlarse ante la mayoría de las situaciones cotidianas y que acaben mostrando problemas de comportamiento.
Cuando esto pasa, la mayoría de los propietarios suelen enfadarse con sus animales y regañarlos por hacer según qué cosas, lo que conlleva un aumento del estrés y se entra en un círculo vicioso que se va retroalimentando día tras día y del que parece difícil salir.
¿Cómo podemos prevenir este problema? Hemos de proporcionarle a nuestros perros la oportunidad de realizar ejercicio físico diario, además de interacción social y estimulación mental. Los paseos, el juego con otros perros, el aprender cosas nuevas y estimular su mente mediante juegos interactivos son obligatorios para el bienestar básico de cualquier perro, tenga o no jardín.