“Mi perro es dominante…” es una frase que actualmente se utiliza mucho para describir el carácter de un perro. Se utiliza en animales que tiran de la correa, animales que se suben al sofá/cama, que pasan antes por la puerta que sus propietarios o bien animales que muestran conductas no deseadas hacia otros perros o personas en determinados contextos.
¿Se utiliza correctamente este término?
Rotundamente, ¡no!
Se define como dominancia el porcentaje de éxitos que tiene un perro en la competición recurrente por un recurso con otro individuo (entendemos como recurso alimento, juguete, agua, caricias…). Es decir, la dominancia – sumisión es una característica de la relación entre 2 individuos, no una característica propia del carácter de un animal. Además, el animal dominante en la disputa por el recurso no tiene por qué salir victorioso el 100% de las veces.
El término dominancia se ha utilizado y se continúa utilizando incorrectamente “gracias” a la teoría del macho/hembra alfa, el líder de la manada. Esta teoría defiende que hay animales que nacen con un carácter dominante y el objetivo de estos es ocupar el peldaño más alto en la escala jerárquica de la manada (ya esté compuesta por otros perros, por humanos o ambas especies) utilizando en muchas ocasiones la agresividad como método.
Esta teoría está basada en el ancestro de los perros, el lobo.
¿Por qué esta teoría no es válida?
Por una parte porque no tiene en cuenta que los perros han sido sometidos a un proceso de domesticación y selección que ha dado lugar a las razas de perros actuales, y esta evolución ha dado diferencias físicas y psíquicas entre nuestros compañeros peludos y su ancestro común, el lobo. Un ejemplo de estas diferencias es el que se define como neotenia: persistencia de características conductuales infantiles en animales adultos. Es decir, el comportamiento de un perro adulto es más similar al de un lobo joven que al de un lobo adulto.
Por otro lado, esta teoría está basada en estudios que actualmente se han refutado, puesto que se estudiaba la jerarquía establecida en una manada compuesta por animales que no estaban emparentados necesariamente y, por otro lado, se encontraban en cautividad. Ambos factores hacían que la agresividad entre los lobos fuera muy elevada. Tenemos que tener en cuenta que las manadas de lobos salvajes están formadas por una pareja reproductora (en ocasiones más de una) y por su descendencia. En estos núcleos familiares las peleas son poco frecuentes y, cuando suceden, pocas veces acaban en heridas graves.
Además, esta teoría defiende que utilizar métodos basados en el castigo o en someter al animal hace que los perros sean más sumisos y, por lo tanto, muestren menos agresividad (por ejemplo el alpha roll: poner al perro panza arriba utilizando la fuerza física cuando realiza alguna conducta no deseada por el propietario). Todos estos métodos actualmente se consideran contraproducentes, además de suponer un riesgo para el propietario y para el propio animal.
Por lo tanto, que tu perro tire de la correa, suba a la cama/sofá, no te dé los juguetes, pase por la puerta antes de que tú, sea reactivo hacia otros perros o hacia las personas en determinados contextos, no es porque quiera dominarte o quiera ser el líder de la manada.
A pesar de que los perros puedan establecer relaciones de dominancia – subordinación con otros individuos, la mayoría de los problemas mencionados anteriormente estarán causados por otros motivos, como falta de adiestramiento, curiosidad, falta de socialización, enfermedad o dolencia…